martes, 23 de junio de 2009

Fantasías recurrentes



En días como hoy, una fantasía recorre mi ser. A veces, me gustaría poder evitarlo y hacer que desaparezcan estos sentimientos. Pero, es superior a mí.

Esta fantasía me domina haciéndose con el control de mi mente y evadiéndome de la realidad. Se que no va a acabar bien, no puede acabar bien, y aun así se abre paso en mis pensamientos.

¡Ojalá!, encontrara otra forma de enfrentarme a esta realidad, que tanto me asquea en algunos momentos. Pero, busco y no la hallo. Y esta fantasía está siempre ahí, para permitir que me refugie cuando la impotencia y la rabia nublan mi juicio.

El tiempo pasa, y después de la tormenta, llega la calma. Y es ese, el momento en el que la razón aprovecha para irrumpir con fuerza en mi mente, y desvanecer mi querida fantasía. Pero, sigue ahí, esperando, hasta la próxima.

domingo, 21 de junio de 2009

Diferencia entre convención social y moral

Los experimentos de Turiel, Nucci y sus colaboradores demostraron con un experimento cómo los niños diferencian a la perfección
entre convención social y consideración moral, dando más valor a ésta última:

Moral: ¿Viste lo que pasó? Sí. Estaban jugando y Juan le pegó muy fuerte. ¿Eso es algo que se supone que puedes hacer, o se supone que no puedes hacer? No, no tan fuerte…. ¿ Hay alguna regla sobre eso? . ¿Cuál es la regla? No se debe pegar tan fuerte. Y que pasaría si no hubiera ninguna regla que dijera que no se debe pegar fuerte; sería correcto entonces pegar fuerte? No. ¿Por qué no? Porque podemos hacerle daño y el niño se pondría a llorar.

Convención: ¿Viste lo que pasó? Sí.Estaban haciendo bulla. ¿Eso es algo que se supone que puedes hacer, o se supone que no puedes hacer? Se supone que no... ¿Hay alguna regla sobre eso? Sí. Debemos estar tranquilos. ¿ Y qué pasaría si no hubiera ninguna regla, sería correcto entonces hacer bulla? Sí. ¿Por qué? Porque no habría regla.

¿Sirven de algo las convenciones sociales?

Aunque es imposible concebir una sociedad sin convenciones, me atormenta (cada vez menos) el hecho de las convenciones sociales, pero sobre todo, esas que no benefician ni molestan a nadie, pero que te obligan a hacer o decir cosas que no piensas (¡qué suerte tener amigos de verdad con los que no tener que practicar esas ñoñerías!).

Me aburren las BBCs (ya sabéis, Bodas, Bautizos y Comuniones) de gente que te importa un pito, las reuniones familiares en días "especiales" con personas a las que no sueles ver ni en foto, decir "Jesús" cuando alguien estornuda y más siendo ateo, mentir bellacamente para quedar bien cuando algo no te gusta (se puede expresar con cortesía y educación que algo no te va y punto), ir de negro a un funeral, etc. Por no hablar de las convenciones sociales que han machacado a los débiles durante siglos (y lo siguen haciendo).

No obstante, reconozco que algunas convenciones sociales (quiero pensar que son la mayoría) tienen su utilidad, ya que nos permiten a los humanos tener patrones de comportamiento sin los que nos sentiríamos perdidos en la, ya de por sí, confusa interacción social. Pero, ¿por qué no cuestionarnos lo que hacemos y si existen alternativas?

domingo, 7 de junio de 2009

Coraline en 3D




Después de varias malas experiencias, soy reacio a ir al cine. Pero, hay que reconocer que es todo un placer si consigues estar en una sala medio vacía y no te encuentras viendo una pedazo de m... mala película.

Es lo que pude comprobar, el día de su estreno, con Coraline (podéis seguir leyendo, no voy a hacer spoiler), que superó mis expectativas por la belleza de sus escenas (preciosas las imágenes del jardín), su breve pero hechizante banda sonora y por la sensibilidad e imaginación que desborda.

Y, sobre todo, es una alegría encontrarse con un argumento que diste de las típicas historias de princesitas y superhéroes de Disney que tanto cansan.

Se trata de una relato contundente, que no deja un segundo al aburrimiento, con una protagonista muy especial: Coraline, una niña con la que es fácil sentirse identificado, por poco que te acuerdes de lo que es ser niño.

Coraline me recuerda un poco a Alicia en el país de las maravillas, pero en versión tenebrosa. De hecho, me sorprende la clasificación por edad, que la recomienda para mayores de 7 años. Siendo un poco malo, es una pasada ver como todos los niños enmudecen a mitad de película cuando la cosa se pone fea.

Y lo que también ha sido toda una experiencia es verla en 3D. Las gafas oscurecían un poco la pantalla, pero merece la pena. En algunas ocasiones era espectacular ver a los personajes delante de ti.

En resumen, Coraline es una película totalmente recomendable si te gusta el estilo Tim Burton y quieres sumergirte en un mundo de fantasía tenebrosa y terrorífica, eso sí, light, ¡que es para niños!